Sueños...
Sueños que vienen de noche, sueños sin conexión, sueños de sueño, sueños dormidos. Todos sueños que imitan a la realidad, pero agregan imágenes mágicas que van viajando de un lado a otro, emocionalmente, provocando sensaciones que nuestro consciente no logra alcanzar ni comprender.
Hay otros sueños, aspiraciones, que nacen con el ser, que son aquello que se quiere alcanzar en la vida, que dependen de uno, del propio esfuerzo, del atreverse, del tomar el desafío. Al menos yo intento siempre ir tras de ellos, esforzarme, luchar, insistir, persistir hasta lograrlos o acercarme mucho, tocarlos. No siempre se dan en el momento que uno busca, o que uno espera, pero estoy convencido que siempre hay una oportunidad y solo debemos tener la mente fría para descubrir ese momento, darnos cuenta, y tener el coraje para lanzarnos y alcanzarlos.
Pero a veces hay sueños no tan dormidos, sueños que llegan con los ojos abiertos, de esos sueños que de niño siempre soñaste que pasarían, pero que llegando a la adultez te vas dando cuenta que no son más que aspiraciones de una realidad inexistente, improbable y hasta estúpida. Sí, porque estos sueños no dependen de uno, ni del esfuerzo; porque estos sueños dependen de factores que no puedes controlar, y que cuando intentas controlar, deja de ser tu sueño. Hablo de cosas que siempre anhelaste que sucedieran espontáneamente, de que tu realidad paralela y personal fuera descubierta y la puerta de tu castillo fuera abierta. Cosas que no siempre ocurren, y finalmente terminas siendo tú quien va y abre esas puertas e invitas a alguien a entrar. En fin, sueños de niñez, sueños de ingenuidad, sueños… simplemente sueños.